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MECANISMOS EVOLUTIVOS REGULANDO NUESTRO COMPORTAMIENTO

Actualizado: 15 dic 2019

La principal tarea de la ciencia es tratar de explicar como funciona el mundo que nos rodea incluyéndonos a nosotros mismos y a nuestra interacción con él. Por supuesto, la ciencia es una tarea realizada por humanos y por tanto, (con la posible excepción de las

Matemáticas) es inevitable la aparición de prejuicios, subjetividades, modas o preferencias de los científicos y de la sociedad o la cultura a la que pertenecen. La evolución de las especies es, sin lugar a dudas, uno de los mayores logros de la historia del conocimiento humano hasta el punto de que es imposible entender ningún ser vivo del planeta sin recurrir a ella. A pesar de ello, el conocimiento de esta ley capital de la naturaleza no está extendido entre la población en general y no se explica en una enorme cantidad de centros educativos del mundo. Probablemente por motivos religiosos, culturales o antropocéntricos la mayor parte de la población actual prácticamente desconoce los detalles más básicos de la evolución y de la genética. La ciencia debe mostrar el mundo tal y como es y mostrar al ser humano tal y como es en realidad: el resultado de unos 4000 millones de años de evolución. En mi opinión, esta visión real del ser humano no muestra una imagen pesimista del mismo sino todo lo contrario: muestra lo grandiosa que es la naturaleza y lo agradecidos que tendríamos

que estar por estar aquí.

En este artículo mostraremos 10 posibles mecanismos evolutivos que rigen o controlan nuestro comportamiento. Hay que señalar que estos mecanismos son solamente hipótesis (aunque muy plausibles) ya que su demostración experimental es, por motivos obvios, enormemente difícil.


1º) El precio de vivir: el efecto "reina de corazones"

En la famosa obra de Lewis Carroll "Alicia a través del espejo" la reina de corazones obligaba a Alicia a correr continuamente sin avanzar nada. El biólogo evolucionista Leigh Van Valen definió el efecto "reina de corazones" en términos evolutivos como el trabajo

continuo de adaptación que las especies tienen que realizar para mantenerse en su nicho evolutivo, es decir, mantenerse y sobrevivir cuesta un trabajo. El ejemplo más claro es el de la lucha continua entre depredador y presa: continuas mejoras en los depredadores (mayor velocidad, mejor visión, etc) deben ser compensadas por mejoras en las presas (mejor camuflaje, mejor capacidad de esconderse, mayor velocidad de huida, etc). Esto se traduce en que mantenerse en su nicho (depredador o presa) tiene un coste y el precio de no pagarlo puede ser la muerte o la extinción.

Hace tiempo que los seres humanos hemos superado el acecho de la mayoría de nuestros "depredadores" naturales en gran parte gracias a la ciencia y a las mejoras médicas y tecnológicas derivadas de ella. Actualmente podemos decir que los únicos "depredadores" importantes son los virus y las bacterias. Sin embargo, es probable que el efecto "reina de corazones" siga teniendo un peso importante en nuestro comportamiento: en nuestra vida diaria estamos continuamente midiendo nuestras capacidades intelectuales, físicas o de cualquier otro tipo con otros seres humanos. Esto es de alguna forma equivalente a medir continuamente nuestro "grado de adaptación al entorno" (en el trabajo, entorno familiar, círculo de amigos, vecinos, etc). Si nuestro

cerebro considera que el grado de adaptación es bueno, éste generará sensaciones positivas (felicidad, tranquilidad, bienestar,etc) pero si éste no es bueno generará sensaciones negativas (angustia, infelicidad, frustración etc) con el objetivo de obligarnos a "ponernos las pilas" e intentar mejorar nuestro grado de adaptación.

Es posible que nuestros genes aún no se hayan adaptado a la vida moderna en grandes

ciudades, esto puede producir que los genes produzcan una reacción exagerada ante situaciones que actualmente no son realmente graves (lo que antes era asunto de vida o muerte ahora puede ser un simple problema en el trabajo). Entender como funciona este mecanismo podría ayudar a reducir trastornos enormemente extendidos en nuestra sociedad moderna como los cuadros de ansiedad. Este efecto podría explicar también porque los seres humanos necesitamos estar continuamente buscando mejoras en nuestra vida, porque necesitamos estar siempre planteándonos nuevas metas y objetivos y porque el no lograrlas nos produce frustración e infelicidad, muchas

veces de manera exagerada.


2º) El sistema de recompensa

Este mecanismo está relacionado con el anterior. Nuestro sistema de recompensa premia con sensaciones positivas aquellas actuaciones entendidas como posibles mejoras en nuestra adaptación al entorno. Un trabajo positivo en la empresa, una subida de sueldo o una acción que impresione a nuestra pareja es recompensada con una sensación de euforia o felicidad. Esto incrementa nuestros "sensores de adaptación" que son nuestros niveles de serotonina y dopamina. Cuando estos niveles bajan por debajo de cierto umbral se emite una señal de "Peligro: bajos niveles de adaptación" y se desencadenan sensaciones de malestar, angustia y frustración. Actualmente enfermedades mentales graves incluidas la depresión y las conductas suicidas se relacionan con bajos niveles de serotonina y dopamina. Es incluso posible que el suicidio sea un mecanismo evolutivo por el que el cerebro interpreta que el organismo está tan mal adaptado que debe "autoeliminarse". Todo esto es un indicativo de lo importante que es que cada persona explore sus propias capacidades (y limitaciones) y realice tareas o trabajos que potencien sus capacidades innatas (o adquiridas): esta es una de las claves de la felicidad. Futuras investigaciones deberían basarse en estudiar como funciona nuestro sistema de recompensa para tratar de eliminar o disminuir la exagerada respuesta negativa de nuestro organismo en

situaciones que no son realmente importantes.


3º) Sesgos cognitivos

El cerebro del ser humano es el órgano más complejo e impresionante del Universo conocido, sin embargo, dista mucho de realizar análisis objetivos. Existen un gran número de "sesgos cognitivos innatos" que nublan y distorsionan nuestros juicios realistas y objetivos. Estos sesgos o prejuicios tienen (o tenían) una función evolutiva: distorsionar la realidad para hacernos creer que somos mejores que los demás y que estamos mejor adaptados de lo que en realidad estamos. Por ejemplo, el sesgo de la confirmación nos dice que existe una tendencia innata a reconocer como válidos aquellos datos que confirman nuestras creencias y a desechar como falsos aquellos que no lo hacen.

Uno de los sesgos más poderosos y extendidos en nuestra sociedad es el sesgo ideológico: las personas de izquierdas raramente van a entender o reconocer que las medidas de derechas puedan ser positivas y viceversa. Para cada grupo (izquierda o derecha) sus medidas, su forma de pensar y su forma de ver el mundo es la mejor y el grupo contrario jamás tendrá razón en nada. En España, por ejemplo, hemos llegado a la paradoja de odiar o insultar a dirigentes que son alabados e incluso estudiados por sus acciones por organismos internacionales de prestigio. No hace falta decir que este sesgo es el causante de enormes perjuicios a la humanidad: guerras, agresiones, crisis económicas y políticas... Quizás en un futuro reconocer nuestros sesgos y prejuicios innatos nos ayude a aprender a evitarlos o al menos a minimizar su efecto.


4º) Violencia masculina

La gran mayoría de los crímenes violentos son perpetrados por hombres. Es evidente que la historia evolutiva de hombres y mujeres ha sido diferente: ellas debían cuidar de los hijos mientras ellos tenían que cazar y defender el poblado. Esto produjo que las habilidades, aptitudes y deseos de hombres y mujeres sean diferentes. Claramente una aptitud violenta no favorece el cuidado de los niños pero si ayuda a cazar animales potencialmente peligrosos y a defender el poblado de enemigos "extranjeros". Esto explica porque el hombre es más violento y porque la xenofobia puede ser un mecanismo evolutivo innato. Existen muchas especies de mamíferos en los que el macho ejerce la coacción física violenta contra la hembra para evitar que esta se

vaya con otro macho. Un mecanismo similar podría estar implicado en la violencia machista y podría explicar porque políticas de educación podrían ser efectivas en cierto grado mientras que la mayoría del resto de políticas son totalmente inútiles.


5º) Amor y Sexo

Desde el punto de vista evolutivo no es de extrañar que el sexo sea una de las prioridades más importantes de todos los seres humanos y una de las "fuerzas" dominantes del mundo. La industria del sexo mueve una cantidad enorme de dinero. Los hombres piensan en sexo inconscientemente muchas veces al día y la promiscuidad masculina es generalmente mayor que la femenina. Esta claro que la evolución ha favorecido que los genes desarrollen mecanismos mentales para provocar el aumento de relaciones sexuales con el fin de aumentar la probabilidad de conseguir su gran meta: reproducirse y pasar a otro organismo. Muchos estímulos o productos químicos como el alcohol inhiben la parte "moderna" del cerebro que regula el autocontrol y el

comportamiento social y produce que afloren los instintos primarios de los que el sexo es uno de los más intensos y poderosos. Tengamos en cuenta que sin este mecanismo probablemente no estuviésemos aquí leyendo esto. La sensación de enamoramiento y de sentirse mal cuando no se está con la pareja es, por supuesto, otro mecanismo evolutivo muy poderoso (demos gracias por él a la evolución y no a Cupido).



6º) "Programas" evolutivos iniciados antes de nacer

En algunos mamíferos y reptiles las experiencias que viva la madre durante el embarazo pueden decidir el futuro de la cría para siempre. Algunas especies de ratones nacen con piel gruesa o fina dependiendo de si la madre ha visto serpientes rondando durante el embarazo o no. Esto tiene una función evolutiva clara: los genes poseen diferentes "programas innatos" que se activarán dependiendo del entorno en el que vaya a nacer la cría. ¿Podría existir un mecanismo similar en los seres humanos?

En 1989 un médico investigador llamado David Barker analizó el destino de más de 5600 hombres nacidos entre 1911 y 1930 en seis distritos de Hertfordshire en el sur de Inglaterra. Barker observó que el grupo de individuos que en el momento del parto y al año de vida tuvieron un peso más bajo resultó tener una tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica más elevada. El riesgo de muerte por cadiopatías de los bebes de bajo peso era casi el triple que el de los bebes de más peso. Estos datos parecen indicar algo sorprendente: los riesgos de padecer una enfermedad cardiaca cuando ya eres adulto dependen más del peso que tenias al nacer y en el primer año de vida que de la cantidad de grasas o helados que puedas comer después. Posteriormente, Barker confirmó el mismo resultado respecto al riesgo de padecer un ictus y de padecer diabetes con datos de otras partes del mundo. Por ejemplo, de los 4600 hombres nacidos en el Hospital Universitario de Helsinki entre 1934 y 1944, los bebes delgados tenían muchas más posibilidades de morirse de una enfermedad coronaria.

Para tratar de explicar estos datos tan extraños se desarrolló la teoría del "fenotipo ahorrador", esta sorprendente teoría es un mecanismo genético de adaptación a la hambruna para lograr la supervivencia y reproducción del individuo aunque sea a costa de su salud cardiaca: los mecanismos genéticos (desarrollados a través de miles de años de evolución) "interpretan" que un bebe que nace con bajo peso es por una mala nutrición durante el embarazo, lo que probablemente supondrá que el bebe nacerá en un entorno de bajos recursos y por tanto padecerá hambruna y desnutrición, es decir, el metabolismo del bebe nace "programado" para afrontar épocas de hambrunas: ahorra calorías y evita el ejercicio físico excesivo. Debido a esto, cuando el bebé se encuentra con un periodo de abundancia lo aprovecha creciendo con rapidez previendo épocas de hambre pero a costa de debilitar el corazón, ya que este crecimiento excesivo supone un gran esfuerzo para su corazón. Esto provocaría enfermedades cardiacas en la edad adulta.


7º) Control de la natalidad

Ciertas estadísticas parecen indican que en épocas de crisis intensas como guerras o sequías nacen más niñas que niños y viceversa. En tiempos pasados donde los

recursos eran escasos la mayoría de las personas vivían en pequeños grupos o poblados. En tiempos de grandes dificultades debidas por ejemplo a hambrunas, guerras o epidemias era mucho más efectivo desde el punto de vista de la reproducción y supervivencia del poblado que los nuevos descendientes fuesen niñas en lugar de niños. Los niños pesan más al nacer y la madre tiene que invertir más recursos energéticos durante el embarazo. Además, los niños no pueden tener hijos por lo que tener muchos hombres y pocas hembras en el poblado en tiempos de crisis puede suponer la extinción del mismo. Unos pocos hombres son suficientes para dejar embarazadas a la mayoría de mujeres del poblado de forma que se asegure el éxito reproductor y la continuidad del mismo. Al contrario, en épocas de bonanza y abundancia de recursos es más adecuado el nacimiento de niños varones debido a que la abundancia de recursos satisface sus mayores requerimientos energéticos y no existe riesgo de peligro de extinción del poblado.


8º) Olfato y gusto

La capacidad de detectar distintas sustancias químicas liberadas en el medio ambiente es lo que llamamos "olfato". Por ejemplo detectar ciertas moléculas derivadas de la

acción de bacterias sobre sustancias orgánicas tiene una función evolutiva clarísima: evitar consumir comida en mal estado. Algo parecido sucede con el gusto: moléculas

que portan gran energía al organismo como el azúcar o el cacao producen una sensación placentera cuando son detectadas por las papilas gustativas mientras que moléculas que no poseen contenido energético importante no tienen casi sabor o poseen un sabor casi desagradable. Esto explica porque un "pepito" de chocolate sabe muy bien y porque las acelgas no saben a nada, si las acelgas tuvieran más contenido energético quizás tendrían un sabor similar al de un chocolate con churros.


9º) Control de la temperatura corporal

Cuando el cuerpo siente un frío repentino este tiende a "eliminar" la mayor cantidad de agua del organismo para evitar que este se congele y forme cristales que dañen los vasos sanguíneos y puedan producir la muerte del individuo. Por esto, cuando sentimos frío empezamos a moquear y sentimos la necesidad de orinar. En situaciones de frío intenso se reduce el riego sanguíneo en las extremidades y se incrementa hacia los órganos vitales para evitar que estos puedan congelarse. Esto explica el entumecimiento de los dedos de las manos cuando tocamos la nieve y porque muchos montañeros que han pasado noches a la intemperie han perdido algún dedo de la mano o del pie.


10º) Música

Generar ondas de presión en el aire con unas ciertas pautas de vibración y amplitud características es lo que llamamos hablar o comunicarnos. Codificadas en estas pautas de frecuencia y de amplitud están las palabras que tienen un significado y transmiten lo que queremos comunicar. Mientras que el lenguaje es muy bueno para transmitir mensajes la música es muy buena transmitiendo emociones. Escuchando música podemos sentir sensaciones muy intensas de alegría, nostalgia o euforia. Es muy posible que nuestros antepasados empezaran a transmitir sus estados de ánimo emitiendo ruidos característicos y que con el tiempo esto evolucionase hasta convertirse en lo que llamamos "música".


Conclusiones:

Es imposible entender el comportamiento humano sin recurrir a la evolución y la genética. Este conocimiento es imprescindible para entender el cuerpo y la mente humana y será fundamental para encontrar la cura de la mayoría de enfermedades que acechan al ser humano. Además, este conocimiento nos debería servir para elaborar leyes y normativas más compatibles con la verdadera naturaleza humana y que sirvan para mejorar la calidad de vida de millones de personas.


Fuentes: ¿Qúe nos hace humanos? M.Gazzaniga 2008, Evolución, R.Dawkins 2009.

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