Imaginen la siguiente situación: un médico realiza unas pruebas a un hombre que es totalmente ciego a causa de sendos infartos cerebrales que han dañado completamente su córtex visual, la zona del cerebro encargada de procesar la información visual. El paciente no distingue el día de la noche y no reacciona en absoluto ante ningún estímulo visual. El médico enseña unas fotos al paciente y como es lógico éste no reacciona en absoluto, sin embargo, de repente, el médico se queda totalmente impactado: el paciente reacciona con gestos o incluso inclinándose hacia atrás levemente ante fotos amenazadoras o intimidantes como gente amenazándole con un machete. El paciente tiene una reacción inconsciente a través de la cual es capaz de identificar y distinguir estas fotos amenazantes del resto. Esto, aunque parezca increíble ha sucedido realmente. Este extraño fenómeno se suele denominar "visión ciega". Pero, ¿Como es esto posible?
Como era de esperar, videntes, parapsicólogos y demás charlatanes se han lanzado a "explicar" este fenómeno en términos de poderes mentales, telepatía o percepciones extrasensoriales. Sin embargo, una vez más, la ciencia ha cumplido su misión de ser el instrumento más poderoso que existe para explicar como funciona el mundo (incluidos nosotros mismos) desterrando mitos, leyendas y supersticiones y relegándolas a ser solamente frutos de la imaginación del cerebro humano. Para entender la explicación científica de la visión ciega primero debemos explicar de forma breve que es el subconsciente.
El subconsciente
¿Alguna vez, durante un trayecto largo en carretera en el que ha mantenido una conversación con el acompañante, al llegar a su destino se ha dado cuenta de que no recuerda haber recorrido cierto tramo del trayecto o haber pasado por cierto sitio del trayecto? En ciertas tareas como conducir o montar en bicicleta el cerebro realiza muchas operaciones de forma "automática" o inconsciente (por eso, una vez aprendidas no se olvidan). El cerebro está realizando continuamente acciones conscientes e inconscientes, estas últimas incluyen desde acciones vitales como acelerar el corazón o activar la respiración a acciones como andar o procesar la información visual. Por ejemplo una de las acciones inconscientes más sorprendentes que realizamos continuamente y que mucha gente desconoce es el mimetismo. El mimetismo consiste en imitar de forma inconsciente los gestos y expresiones de los demás, por ejemplo, cuando entablamos una conversación con alguien. Fíjense en la siguiente situación grabada en vídeo: una mujer explica a un grupo de personas que el día anterior en el metro tuvo que apartarse rápidamente para evitar una avalancha de personas, mientras explica la maniobra que realizó inclinándose hacia la derecha, varios de los oyentes de forma inconsciente se inclinan también hacia la derecha imitando a la mujer (este fenómeno podría explicar también por qué cuando vamos en metro o autobús y vemos a alguien bostezar empezamos nosotros a hacerlo de forma automática). Se cree que el mimetismo automático tiene la función de facilitar y promover las relaciones sociales: al imitar inconscientemente los gestos de los demás estos reaccionan inconscientemente aumentando la afectividad hacia nosotros. Hay varios experimentos que demuestran que por ejemplo, cuando asignamos a un grupo de personas una tarea junto a un extraño, el extraño copia inconscientemente los gestos de alguien del grupo y se ha demostrado que el extraño suele empatizar de forma más frecuente con la persona a la cual ha imitado los gestos. El mimetismo sería pues un mecanismo automático que favorecería la inserción social del extraño al grupo.
En las acciones conscientes la información pasa primero por el tálamo, luego por las áreas de procesamiento sensorial y finalmente a la corteza prefrontal. Se sabe desde hace tiempo que existe otro "circuito cerebral" mucho más antiguo y cuya función es reaccionar muy rápidamente ante un peligro inminente. En este ancestral mecanismo la información toma un atajo a través de la amígdala y activa rápidamente el sistema motor que toma el control del pensamiento. Este circuito es inconsciente y es más rápido que el pensamiento consciente, lo que permite deducir que a la largo de la evolución tendría una importancia capital ya que podría significar la diferencia entre la vida o la muerte ante el ataque de un depredador. Este mecanismo permitiría reaccionar rápidamente ante un peligro: el sistema nervioso central se acelera y el sistema motor se dispone a realizar una huida inmediata.
La visión ciega
Ahora estamos en disposición de explicar el extrañísimo caso nuestro paciente ciego. Puesto que el daño esta situado en el córtex visual la información visual es correctamente captada por la retina y enviada por el nervio óptico al cerebro. Lo que sucede realmente es que el "primer circuito" (el consciente) que implica al córtex frontal esta dañado, sin embargo, el segundo circuito (el inconsciente) vía amígdala SIGUE FUNCIONANDO. El paciente de esta forma reacciona inconscientemente ante situaciones amenazadoras que supondrían un riesgo potencial para su vida y es incluso capaz de esquivar ciertos obstáculos SIN VERLOS. Aunque parezca increíble el mecanismo ancestral de alerta cerebral es el responsable de que el paciente pueda "ver" sin ver.
Fuentes: ¿Qué nos hace humanos? Michael S. Gazzaniga, 2008, newyork times-blindsight
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