Desde los comienzos de la raza humana el hombre ha tenido miedo a lo desconocido, esto es una reacción muy natural de supervivencia. Inicialmente el miedo estaba extendido por todos sitios: miedo a la oscuridad, a las tormentas, a los reflejos de la luz, al fuego o a los eclipses. Con el tiempo, la ciencia ha ido explicando todos los fenómenos cuya causa antes era desconocida. En la actualidad la ciencia ha transformado tanto nuestro mundo y nuestra forma de pensar y sentir que casi parecemos una especie distinta a los primeros homo sapiens: nuestros rasgos físicos han cambiado, llevamos ropa, poseemos una tecnología que hace un par de siglos era ciencia ficción y vivimos de media 40 años más. Nadie en su sano juicio puede negar hoy en día que la ciencia ha mejorado la vida del ser humano de una forma realmente impresionante. Esta mejora en la vida de las personas ha traído consigo
un enorme aumento de la natalidad: la población mundial ha pasado de casi 1000 millones en 1800 a más de 7000 millones en la actualidad. Esta explosión demográfica ha provocado a nivel global enormes retos de sostenibilidad a medio y largo plazo: retos energéticos, retos alimenticios y retos de una distribución adecuada de los recursos. China por ejemplo, con un 23% de la población mundial pero solamente con un 7% de su tierra cultivable tendrá graves problemas de sostenibilidad a corto-medio plazo.. A pesar de la enorme mejora millones de personas en la actualidad siguen pasando hambre y miseria.
Ante estos nuevos retos y como ha pasado casi siempre a lo largo de la historia, la ciencia tiene soluciones, soluciones que podrían salvar y mejorar la vida de millones de personas. Sin embargo, nuestro antiguo e irracional enemigo está de nuevo impidiendo que estas soluciones se desarrollen a la velocidad necesaria: el miedo. Las nuevas tecnologías han creado nuevos e irracionales miedos: las centrales nucleares tienen que ser desmanteladas porque la radiación nos matará, las grandes compañías conspiran para adueñarse del mundo y controlarnos a nosotros por lo que debemos desmantelarlas, los alimentos modificados genéticamente producirán nuevas y terribles enfermedades que acabarán con nosotros, ¿Quien se cree que es el hombre para jugar a ser Dios?
A continuación voy a exponer los motivos por los cuales estos miedos son en gran medida irracionales y porque la ciencia no solo puede si no que tiene la obligación y el deber de ayudar a resolver los enormes retos que la humanidad tiene por delante.
El mito de lo natural es bueno y lo artificial peligroso
Durante millones de años, mucho antes de la aparición del ser humano las plantas han librado una terrible batalla contra 2 enemigos implacables: los insectos y los microorganismos (virus y bacterias). Para defenderse de ellos, éstas han desarrollado todo tipo de sustancias químicas para eliminar estos organismos hasta el punto de que en la actualidad un gran porcentaje de la composición de las plantas no tiene nada que ver con su "esencia natural": las plantas están saturadas de todo tipo de venenos. No es de extrañar que un gran número de las sustancias generadas por las plantas tengan efectos tóxicos en otros seres vivos incluidos nosotros. Como dijo el científico Bruce Ames después de realizar decenas de experimentos de toxicidad en ratas:
"Hay más cancerígenos para los roedores en una taza de café que los residuos de pesticidas que puedas recibir en un año". Exigir una "pureza" absoluta en los alimentos es absurdo: si la "contaminación" se define como la presencia de una sola molécula de una sustancia extraña entonces cada bocado de nuestros alimentos está enormemente contaminado con plomo, DDT, toxinas bacterianas y muchas otras sustancias. Las plantas han librado una "carrera armamentística" evolutiva durante millones de años: los virus, bacterias o insectos desarrollaban un arma nueva para atacar y parasitar a una especie de planta y con el tiempo ésta desarrollaba una nueva forma de defenderse.
Con la llegada de la agricultura el hombre asestó un "golpe mortal" a la supervivencia de las plantas: antes los microorganismos y los insectos debían buscar las plantas en grandes extensiones de terreno, ahora el hombre ha creado enormes superficies de terreno para el cultivo de forma que no es de extrañar que los insectos y microorganismos que viven de las plantas estén concentradas en estas áreas. De hecho estos organismos han arruinado tantas cosechas y condenado a pasar hambre a tantas familias que prácticamente la agricultura sería inviable si no se ayuda de alguna forma a sobrevivir a los cultivos. La forma reciente de ayudarlos es con los pesticidas, sin embargo, estos tienen muchos efectos indeseables: matan indiscriminadamente, son
caros y costosos de aplicar, son perjudiciales para el medio ambiente e incluso pueden serlo para el ser humano. Imaginar que un día la ciencia plantea una solución para ayudar a las plantas que evitar todos estos problemas: el nuevo "arma" matará solo a los insectos o parásitos que ataquen a la planta, es barata y no hace falta esparcirla por todas las plantaciones y no tiene ningún efecto nocivo sobre el medio ambiente o sobre el ser humano. ¿ No sería un auténtico sueño para los agricultores? Sin embargo, para implantar la solución hay que modificar uno o varios genes en las semillas de las
plantas... de nuevo aparece el miedo. El argumento del miedo es que modificar artificialmente los genes de las plantas puede ser peligroso para el ser humano, puede crear nuevas enfermedades, etc. Sin embargo, este argumento, al menos su esencia, es absurdo ya que esto es exactamente lo que la naturaleza lleva haciendo millones de años: modificar los genes de las plantas para que segregen sustancias químicas que las protejan de sus enemigos. La ciencia es capaz de hacerlo ahora incluso mejor que la naturaleza: puede hacerlo de forma totalmente selectiva de forma que se
modifique solo la información genética necesaria de forma que se asegure que el cambio tiene exactamente los efectos deseados y es inocuo para el ser humano y otras formas de vida. Además, sabemos que funciona, ya se ha hecho en varias especies: en 2006 en EEUU el 89% de las plantaciones de soja, el 83% de las de algodón y el 61% de las de maíz eran ya transgénicas.
El mito de que las plantas y los animales que comemos en la actualidad son naturales y no artificiales
Cuando comenzó la agricultura hace unos 10.000 años no todo fue "coser y cantar", los primeros cultivos eran difíciles de sembrar y su producción era escasa y de tamaño muy reducido. Había que modificar el sistema de cultivo, los primeros agricultores ya se dieron cuenta de que sembrando solo las semillas de las mejores plantas y eliminando las malas (aquellas más pequeñas o improductivas) se obtenían mejores resultados en cada cosecha. Esto también era válido para el ganado: haciendo que se reproduzcan solo las vacas que dan mejor leche o los animales que dan mejor carne conseguimos
mejorar la cantidad y calidad de la leche y la carne generación tras generación. Esto es una modificación genética por selección artificial, que es lo mismo que hace la naturaleza pero realizado de forma artificial o selectiva. ¡ Los humanos llevamos modificando genéticamente las especies animales y vegetales miles de años ! De hecho la mayoría de especies vegetales son hoy tan diferentes en la actualidad a sus especies originales naturales que algunas son casi irreconocibles.
Cuadro que muestra la altura Maiz silvestre original (izquierda) Cosechas de agave
del trigo en el siglo XVI hoy en Maiz actual (derecha) debido a arruinadas por las plagas
día, trigo es la mitad de alto la selección artificial.
pero con un fruto mucho más
grande y nutritivo ya que la
planta no invierte tanta energía
en el tallo.
La diferencia entre lo que hace la naturaleza mediante la selección natural e incluso lo que llevamos haciendo miles de años mediante selección artificial es que ahora la ciencia puede hacer lo mismo que hace la naturaleza pero sin tener que esperar varias generaciones. Además la naturaleza no discrimina ni selecciona el mejor cambio posible: cualquier modificación que mejore la supervivencia de la especie aunque sea perjudicial para el resto de las especies sobrevivirá y se esparcirá, nosotros podemos elegir la mejor solución para todas las especies. Los riesgos de la manipulación genética controlada no pueden exceder a lo que lleva haciendo la naturaleza de forma natural mediante selección natural durante millones de años porque el mecanismo subyacente es exactamente el mismo.
Por supuesto, cualquier modificación de cualquier especie animal o vegetal deberá hacerse de forma totalmente controlada y con los mecanismos de seguridad necesarios para asegurar que los efectos son solo y exclusivamente los deseados. Ninguna actividad humana está totalmente exenta de riesgos: el uso de vacunas tenía sus riesgos e inicialmente fue objeto de controversia, lo que parecía claro y se ha demostrado cierto es que las ventajas superaban con creces los posibles riesgos y hoy en día el haber salvado millones de vidas constituye uno de los mayores logros de la humanidad. En la actualidad, el balance entre potenciales beneficios y potenciales peligros del uso controlado de herramientas de modificación genética es tan positivo que su implantación es tanto una necesidad como una obligación con los millones de personas que pasan hambre en el mundo. El miedo irracional puede retrasar décadas el uso de estas herramientas que con toda probabilidad se acabarán imponiendo según se vaya demostrando su seguridad, sin embargo, países con economías emergentes como China, Brasil o la India y por supuesto los países subdesarrollados no pueden esperar más: cada año mueren miles de personas de hambre y de enfermedades relacionadas con la malnutrición.
La revolución genética que se avecina
La revolución genética ya está en marcha, aún está en sus inicios, sin embargo, a medida que se vaya demostrando la seguridad de su uso, los enormes beneficios para la agricultura, la ganadería, la pesca, la medicina, el medio ambiente y para todas las ciencias biológicas en general su uso será imprescindible. Esta revolución, previsiblemente, se desarrollará en varios campos:
1º) Alimentación: El uso de técnicas de modificación genética selectivas y controladas permitirá mejorar la calidad de los cultivos, su resistencia a las plagas e inclemencias meteorológicas, su cantidad nutricional, permitirá realizar cultivos en zonas donde antes era imposible e incluso permitirá (usando técnicas de uso de células madre) fabricar alimentos sin siquiera sacrificar animales.
2º) Medicina: En 1992 la UNICEF estimó que unos 124 millones de niños en todo el mundo tenían una grave deficiencia de vitamina A, debido a esto unos 500.000 niños al año se quedarán ciegos y miles morirán directamente por esta causa. El arroz, uno de los alimentos más usados en el mundo no tiene vitamina A, sin embargo, es posible utilizando técnica de modificación genética, modificar el genoma del arroz para que este produzca por si mismo esta vitamina. Esto es solo un ejemplo de lo que se puede lograr, también sería posible introducir genes que producirían la vacuna contra cierta enfermedad, esto permitiría salvar millones de vidas en los próximos años.
Prácticamente todas las enfermedades humanas tienen una base genética, se estima que entorno al 2% de los bebes nacen con algún tipo de anormalidad genética seria y se calcula que los genes son directamente responsables de 1 de cada 10 ingresos hospitalarios infantiles e indirectamente responsables de 5 de cada 10. El listado de enfermedades con base genética es interminable: cáncer, alzeimer, esquizofrenia, autismo, VIH, SCID, síndrome de Down, enfermedad de Huntington...
En un futuro no muy lejano muchas de estas enfermedades podrán ser detectadas y curadas mediante modificación genética en el periodo embrionario, por otro lado el estudio de los mecanismos genéticos implicados en estas enfermedades es imprescindible para poder desarrollar una cura. Por otro lado, el uso de técnicas con células madre podría hacer realidad en pocos años la medicina regenerativa: los tejidos u órganos dañados se regeneran automáticamente lo que hace innecesarios la cirujía o los transplantes.
3º) Medio ambiente: El uso de estas técnicas produciría una enorme mejora para el medio ambiente: disminución del uso de pesticidas, mejor distribución de la tierra
cultivable, mejora de la distribución de los caladeros, eliminación de hierbas nocivas y aumento de la tierra cultivable, uso de bacterias modificadas para eliminar vertidos,
etc,etc.
4º) Industria: Modificando el genoma de ciertas especies vegetales sería posible que estas fabricasen en su propio metabolismo ciertos productos valiosos para el desarrollo industrial de zonas sin recursos ni materias primas. Por ejemplo, una compañía ha conseguido inducir a las plantas de algodón a producir un tipo de poliéster, de forma que la planta produce por si misma una mezcla de algodón-poliéster con gran valor industrial. Por otro lado, la modificación genética de ciertos tipos de bacterias podría servir para generar energía ya que estas serían capaces de obtener energía útil a partir de residuos orgánicos.
5º) Investigación científica: Conocer como funciona nuestro genoma es imprescindible para conocer lo que somos, de donde venimos, cual será nuestra evolución futura, porque nos comportamos como lo hacemos, porque sentimos o tenemos fobias, porque nos ruborizamos, por que amamos... gran parte de lo que somos está escrito en
nuestro genoma y el resto surge de una interacción entre el genoma y el entorno. Por otro lado, solo estudiando nuestros genes podremos entender como funciona realmente el órgano más complejo del Universo: el cerebro humano.
6º) Prevención ante pandemias y desastres evolutivos: Los microorganismos no solo son los más grandes enemigos de plantas y animales, también son nuestros más
grandes enemigos. Actualmente existe una terrible batalla entre ellos y nosotros: con el tiempo, los microorganismos se hacen resistentes a nuestras medicinas y esto puede
ser el origen de pandemias potencialmente devastadoras. Solo investigando el ADN de estos microorganismos y analizando como evolucionan podremos desarrollar nuevos
fármacos y vacunas que nos permitan ganar la guerra contra los microorganismos.
Por otro lado, una de las características más notables de la evolución es que está no es inteligente, no planifica, una mejora para la supervivencia de una especie será automáticamente favorecida por la selección natural independientemente de si es nociva para otras especies o si a la larga desemboca en la extinción de la propia especie,
a lo largo de la evolución se han extinguido miles de especies. Pero actualmente, estamos en el único periodo de la historia en que el hombre puede mejorar la lenta y poco inteligente selección natural: el hombre puede evitar su propia extinción.
CONCLUSIONES
De todo lo dicho, de los cientos de informes y estudios científicos realizados y de las pruebas prácticas que demuestran la seguridad de los alimentos modificados genéticamente se puede concluir que el uso controlado de estas técnicas no solo es recomendable sino absolutamente necesario si queremos hacer frente a los retos que se nos avecinan. Por otro lado, cada año de retraso supone, dicho con toda claridad, aumentar el sufrimiento de la humanidad: pobreza, malnutrición, enfermedades, dolor... ¿Quien va a explicar a estos cientos de miles de seres humanos que la ciencia puede ayudarles pero que no lo va a hacer porque los que tienen el poder de hacerlo están cargados de prejuicios de todo tipo (ideológicos, religiosos, etc) y además poseen una inmensa ignorancia en materias científicas?
Fuentes: ADN, James D. Watson
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